TRON: LEGACY

Delicia visual al ritmo de los antológicos Daft Punk.

En el año 1982 Tron se convirtió en una película de culto por su estilo visual y su tremenda elaboración del control del futuro mundo informático. El problema de aquella fue su escasa chispa en un limitado guión, carente de brillantez, y el pesado ritmo narrativo que dañaba al conjunto global del film. Ahora, 28 años después, nos llega la segunda entrega en clave de homenaje a la cinta protagonizada por Jeff Bridges y con un presupuesto multimillonario. Tron: Legacy supone lo que fue la película del 82 (con aspectos superiores), un nuevo referente visual dentro del cine de ciencia-ficción.

Tron: Legacy es básicamente eso. Entretenimiento puro y duro de una factura técnica increíble. Si buscáis algo más en un film de aspiraciones únicamente comerciales y de pasatiempos, ni intentéis darle una oportunidad. Porque el interior de la película tiene tropiezos gordos, muy gordos, en especial a la hora de construir un relato fluido y persistente.

Un guión completamente fallido en cuanto creación de personajes y diálogos. Llena de tópicos, con resoluciones obvias y en algunos momentos incluso ridículas. Y recalco, personajes plenamente desdibujados, introducidos en la historia con calzador y chirriando por todas partes. Un Jeff Bridges (repitiendo rol) que solamente aporta presencia con aires de una versión descafeinada de Obi Wan, como la falta de garra de Garret Hedlund interpretando a Sam Flynn. Lo mismo ocurre con los diálogos, si llega el momento en que uno se para a escucharlos detenidamente, la carcajada está asegurada. Quien esto firma dejó en segundo plano tales meteduras de pata dado el embobamiento que producían sus imágenes.

El envoltorio de Tron: Legacy es bonito, llamativo y divertido. Como he dicho antes, es la verdadera baza de un producto que nunca pretende jugar en una liga distinta a ésa, por lo tanto funciona. Gracias a la labor de su director, el debutante Joseph Kosinski, que es capaz de mantener el ritmo (pese a las fisuras del guión) creando unas set pieces firmes, sobre todo durante la primera hora de metraje. A lo que se le añade un lujoso diseño de producción, la estimulante fotografía de Claudio Miranda, y los espectaculares efectos visuales. 

Escenas de acción impresionantes, carreras de motos antológicas, sonido machacón y todo con influencia de luces de Neón. No quiero dejar pasar el decepcionante uso del 3-D, que no aporta nada nuevo y no hace más que aumentar mis ganas de que llegue el fin de dichoso sacacuartos.

Pero si Tron: Legacy tiene una auténtica voz propia, no es otra que Daft Punk. La música compuesta por el dúo francés (Guy-Manuel de Homem-Christo y Thomas Bangalter) es alucinante y emocionante, engrandeciendo  enérgicamente la sucesión del espectáculo visual que vemos en la pantalla, cobrando vida propia, machacando a la Tron: Legacy interior y realzando a la Tron: Legacy exterior. Depende de la elección de cada uno con cuál de ellas quedarse.

NOTA: 6