jueves, 14 de abril de 2011

SCREAM 4


Aceptando su condición de parodia.

Le tengo un cariño especial a la saga Scream. Será porque siendo niño fue una de las cintas de terror adolescente más conocidas que había visto, dando a conocer lo que hoy en día se conoce como Slasher, un subgénero del cine de terror cuya principal característica es la presencia de un asesino en serie que suele acuchillar a sus víctimas, generalmente adolescentes con una capacidad intelectual por debajo de la media, con instrumentos cortantes. Scream fue un éxito que inundó las pantallas de medio mundo, a pesar de sus conscientes limitaciones, era un surtido  de guiños a los fans del género, a la que le siguió una segunda y tercera parte (Scream 2 y Scream 3). Ahora, 11 años después de la última entrega, Wes Craven y Kevin Williamson (director y guionista), vuelven a unir fuerzas para relanzar la franquicia a una nueva generación con Scream 4. David Arquette, Neve Campbell y Courteney Cox vuelven a encabezar el reparto, a los que se les unen Emma Roberts y Rory Culkin, entre otros.


Una de las primeras cosas que quiero comentar sobre Scream 4 es, su extraordinaria capacidad para vacilar al público y pasarse por las narices todo el cine de terror de los últimos años. Lo hace sin tomarse en serio nunca. Utilizando la base del humor como volante de la diversión. Y es algo que sus responsables dejan bien claro nada más empezar el film, qué por cierto, son unos primeros 10 minutos que consiguen ser de lo mejorcito de la saga. Craven y Williamson saben que la moto ya se ha revendido un trillón de ocasiones y no pueden volver al punto de partida sin admitir la verdadera función de su preciada franquicia: reírse de sí misma. Por cierto, en algún momento, se encuentra más cerca de la saga Scary Movie que de la de Scream.

Al largometraje tan solo le queda el elemento nombrado para pasar el corte y aguantar el tirón, porque, siendo sinceros, casi nada la salva de ser un bodrio, un entretenidísimo bodrio. El guión brilla por su ausencia, la caracterización de los personajes sigue siendo igual de estúpida que la de las anteriores (principalmente las victimas de Ghostface) y en competencias técnicas continua igual de limitada que sus predecesoras.


Wes Craven nunca se ha caracterizado por emplear una puesta en escena llamativa. El director de Pesadilla en Elm Street sigue con la racanería habitual a la hora de rodar escenas de acción, pasando la batuta al montador, Peter McNutty, que disimula las lagunas de Craven con golpes de sonido y un clásico cambio de planos. El que tampoco se ha olvidado de colaborar es Marco Beltrami, compositor de las tres primeras, aprovecha los temas compuestos para versionarlos y aportar aire fresco a la acción.

En el reparto, por un lado, tenemos a los tres protagonistas de las anteriores: David Arquette, Neve Campbell y Courteney Cox. Arquette está correcto; Cox vuelve a comerse cada plano en el que aparece; y Campbell, con su ya reconocida inexpresividad. Y por otro lado, a los jovenzuelos: Emma Roberts cumpliendo, igual que la belleza de Hayden Panettiere; y Rory Culkin (visto en Señales), desprendiendo carisma por todos lados.


Lo que es un hecho, es que los fans de la saga disfrutarán de lo lindo por la reinvención de Craven. Es probable que al cine de terror le faltara un renacimiento de este tipo, incluido, con un poco de autocrítica, ya que nos encontramos en una época fastidiada de ideas, donde los remakes vagan por doquier. ¿Qué es una basura? Ni lo dudéis, pero estaría bien encontrarse con basuras tan descojononantes como Scream 4. Sin duda alguna, la mejor Scary Movie jamás hecha. Tampoco era muy difícil.

NOTA: 5

miércoles, 13 de abril de 2011

CAPERUCITA ROJA


El valium puede ser una solución.

“¿A quién tienes miedo?” cita la campaña de marketing de esta pseudo versión del famoso cuento de los hermanos Grimm, Caperucita Roja. Mi miedo es la aparición de este tipo de género adolescente, rodeado de amores imposibles, jóvenes de físico perfecto y doncellas de aspecto angelical en plena época medieval, acompañado de una historia estúpida y absurda. Esto es lo que ha ido agitando Catherine Hardwicke, directora de Crepúsculo, relatos tontos de personajes vacíos, con una puesta en escena lamentable. De este modo, Caperucita Roja es su nueva peripecia, en la que le acompañan: Amanda Seyfried, Gary Oldman, Virginia Madsen y Julie Christie.


La pregunta que más de alguno podría hacerse es, ¿si adaptar una idea como la del clásico cuento de hadas conocido por medio mundo hubiera resultado interesante? Yo no tengo dudas de que interesante hubiera sido. La condena surge cuando confías tal material en manos de alguien como Hardwicke. La directora de Natividad se rige a seguir las pautas prevalecidas en la saga Crepúsculo: el fantástico teen, terror juvenil, romances acaramelados y canciones, muchas canciones. Una vez dotas a un proyecto de dichos elementos, no hay marcha atrás.

La historia es un castigo para el espectador. No digo que ya cueste creerse lo que acontece en la pantalla, si no que se hace eterno soportarlo hasta el final. Es tal la cantidad de sandeces y chorradas que sueltan los personajes por la boca que se hace imposible no soltar una carcajada maliciosa en medio de la sala. Sumando la espantosa trama, objeto de futuras mofas. En referencia al eslogan nombrado con anterioridad, yo habría apostado por un “¿Estás preparado para sufrir?”. Hubiese sido un cachondeo máximo por parte de los productores y una forma de reconocer la naturaleza de la producción.


Mientras uno contempla el film, se va dando cuenta de la poca garra de sus imágenes, de lo plano y artificial que resulta todo, y parte de la culpa reside en la labor de Catherine Hardwicke. Un trabajo verdaderamente deficiente, por no decir algo mucho peor. Planos sin alma, un encuadre soso y un montaje horrible. Añadido a una fotografía inexistente y nada trabajada, a un diseño de producción pobre. 

En el apartado de actuaciones no hay muchos cambios. Amanda Seyfred con la cara de niña buena y tonta de no haber roto un plato en su vida; la estridente y exagerada aportación de Gary Oldman; una Virgina Madsen que pasaba por ahí; como el resto del reparto masculino, limitado a poner cara de circunstancia durante todo el largometraje. La única que se salva de la quema es Julie Christie, que se toma con picardía y humor un trabajo olvidable.


Caperucita Roja se coloca en la cima del género predicho. Un auténtico festival de diálogos ridículos, situaciones y personajes risibles, que, estoy seguro, complacerá a toda aquella audiencia a la que va dirigida. Un público mayoritariamente adolescente que vaga sobre sueños crepusculianos con historias de romances inmortales en el tiempo, acontecidos entre bellas y bellos. No obstante, algún día, sus cerebros de acné verán la luz y se darán cuenta de los castañazos fílmicos a los que fueron sometidos. O no, quién sabe…

NOTA: 2

miércoles, 6 de abril de 2011

LA LEGIÓN DEL ÁGUILA


El aburrido, empalagoso y modesto romano.

Querer comparar un largometraje como La legión del águila con Gladiator, no es algo del todo justo, pero es inevitable. Nombro Gladiator cuando podría decir Espartaco, o cualquier otro film épico que se le asemeje, pero como he dicho, no es algo justo. La legión del águila es una producción mucho más modesta que las habituales del género, pero el hecho de que sea modesta no debería privarla de ser un sencillo y reconfortante entretenimiento sin pretensiones. Es ahí donde la película se traiciona así misma y rompe con su respectiva liga, la del puro espectáculo. Dirige Kevin Macdonald, cineasta de las interesantes El último rey de Escocia y La sombra del poder, y está protagonizada por Channing Tatum y Jamie Bell.



El objetivo principal de La legión del águila es entretener. Y cuando indico que rompe con su particular liga, me refiero a que no logra el objetivo básico por el que ha sido perpetrada: la diversión sin pretensiones. El ritmo decae estrepitosamente en todo el segundo acto y parte del tercero, la acción es inverosímil, y la historia vagabundea por diferentes estilos e influencias (allá por la mitad de la cinta, ésta se convierte en una especie de Centurión metida en Apocalypto), más el añadido de una duración a la que le sobran perfectamente unos veinte minutos. 

El libreto escrito por Jeremy Brock (que ya colaboró con MacDonald en El último rey de Escocia) es limitado y previsible. Es un relato narrado de la forma más convencional posible, en el cual, no hay atrevimiento ni carácter. Empieza por un mensaje de honor y resistencia, para luego introducir un lazo fraternal de la amistad más profunda y leal entre un comandante y un esclavo. Un surtido de argumentos sin orientación alguna.


A la intrascendencia del guión, aparece la dirección de Kevin Macdonald, haciendo uso de una puesta en escena correcta, sin formar escándalo. El director intenta brindar al espectador de imágenes excitantes, hasta que se topa con el afán de montar las escenas de acción de una forma caótica, donde apenas se distingue quien se lleva el puñetazo o la patada, sea héroe o villano.

Y de héroes o villanos, me voy a definir la aportación de la pareja protagonista: Channing Tatum y Jamie Bell. Tatum simplemente se limita a expresar su diálogos, sin gancho, sin creerse el personaje y la interpretación. Está ahí y punto. En cambio, Bell sigue aportando muestras de personalidad e inteligencia, y seguridad en sí mismo. Referencia especial merece la partitura compuesta por Atli Örvarsson. De lo mejor del film.


Con todo lo señalado, La legión del águila se convierte en una película olvidable incluso antes de finalizar. Cuesta apreciar brillantez en algo tan rutinario y tedioso. Me pregunto qué pensaría el propio cine épico ante trabajos como el ofrecido por Macdonald. Posiblemente le arrancaría una sonrisa burlona acompañada de una carcajada sarcástica, con la convicción de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

NOTA: 4