miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA VIDA


Cuando el cine se convierte en el arte imperecedero.
 
Son las 10.30h de la mañana. Acudo al pase del nuevo film de Terrence Malick, El árbol de la vida. Se van apagando las luces de la sala y comienza la proyección. A continuación, acontecen imágenes enérgicas de los árboles, el mar, la naturaleza, los reflejos del sol, el nacimiento del universo y de la vida en la tierra, la pérdida de la inocencia, el viaje hacia la madurez y la búsqueda de respuestas sobre el sentido de la existencia. Finaliza la película. Me cuesta ponerme en pie ya que mi mente se encuentra en un estado de trance. Una vez en la calle, emprendo la vuelta a casa mientras voy dando tumbos por las aceras, asimilando conceptos, buscando una palabra que defina lo que he visto durante 139 minutos. Y creo que ya la tengo: poesía. ¿Cómo lo has hecho Malick?


No soy un ferviente seguidor de Terrence Malick. Hasta ahora, la película que más me había convencido del director era Malas tierras. Su cine me ha parecido siempre bastante pretencioso e incluso en algunas ocasiones aburrido, especialmente en El nuevo mundo, film muy logrado visualmente, pero fallido en términos generales. Nunca ha hecho un cine convencional y mucho menos para todos los paladares. Siempre ha intentado  describir la belleza con la combinación del poder ambicioso y autodestructivo del hombre, haciendo uso para ello de una visión panteísta del mundo, donde  resalta una doctrina filosófica en la que la vida, el universo y el concepto teológico de Dios pueden ser uno.  


Es aquí donde entra en escena El árbol de la vida. La historia es una representación vital de una familia norteamericana de clase media en los años 50. De entrada puede parecer algo de lo más sencillo, pero es el estilo narrativo apostado por Malick lo que hace distinta y única a la película, prevaleciendo constantemente las imágenes por encima de los diálogos y la voz en off sobre las conversaciones entre personajes. Todo ello se dispone con el claro objetivo de hacer un cine completamente poético. Así, va desde una primera media hora que rezuma una clara semejanza a 2001: Una odisea del espacio, hasta la visualización de la infancia y el más allá que son tratados en el segundo y tercer acto. 

El nivel visual que lleva Malick al largometraje es un orgasmo para la vista. Un trabajo sublime, maravilloso. Cada imagen es como un poema cobrando vida propia. Tienen un aire sensorial y sensitivo estremecedor. El espectador, simplemente, no puede apartar ni un segundo la mirada de la pantalla. La sensación de asombro y sobrecogimiento ante la perfección que está viendo es impecable. Sin olvidar, en absoluto, el excelente trabajo del director de fotografía, Emmanuel Lubezki (Hijos de los hombres), que ha sido capaz de llevar la futurista  visión de Malick a la realidad. Cabe nombrar también la fantástica partitura escrita por el compositor Alexandre Desplat, que, como ya he dicho alguna vez, es de los más grandes del panorama actual.


La cinta está protagonizada por Brad Pitt, Sean Penn y Jessica Chastain. No es que sea precisamente un film de actores, pero lo cierto es que el trabajo de todo el reparto es exquisito; concretamente la labor de Pitt interpretando un personaje duro, de unas doctrinas y enseñanzas rígidas y conservadoras. Por otra parte, destaca la genial contribución de los jóvenes actores, que, sin mucha experiencia, han conseguido transmitir brillantemente los rincones más emocionales de la niñez.

El árbol de la vida es una odisea al lugar más recóndito de la existencia humana. Del inicio de la forma de vida —Big Bang, los dinosaurios y su extinción, y un nuevo amanecer—, al fin de los tiempos, todo ello enlazado de manera excelente con los sentimientos de la síntesis humana: amor, odio, felicidad, tristeza… Una amalgama de lo espiritual y lo cósmico. Un recuerdo de nuestro paso por el mundo plagado de momentos eternos, felices y dolorosos. No es un film de respuestas, sino de preguntas: ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuánto tiempo nos queda?


Para el director, somos seres que vivimos y morimos sin más. Nuestro paso por la tierra es fugaz y las respuestas a un posible Dios se encuentran en la misma naturaleza. Es, en definitiva, una obra que alimenta el alma, que te deja levitando ahí, en el extremo; una obra maestra atemporal que perdurará con el paso de los años por su magia hipnótica. Malick lo ha logrado. Se consagra como maestro, regalándonos una maravilla imperecedera que recalará entre los albores más profundos de la historia del séptimo arte. Poema a la vida y al placer de vivirla.

NOTA: 10

jueves, 1 de septiembre de 2011

COWBOYS & ALIENS


Si John Wayne levantara cabeza…

Vaya con Jon Favreau. Me gustaría que ahora asomaran la cabeza los que dijeron cuando vieron Iron Man que nos encontrábamos ante un nuevo referente de cineasta. Que una cosa quede clara, Iron Man me gustó, es más, me parece, junto con Spider-Man 2, lo mejor que ha salido de la factoría Marvel. Quizás antes de proclamar a los cuatro vientos tal osadía, deberían haberse repasado los deleznables anteriores trabajos de Favreau (Elf o Zathura). Ahora, tras el abandono de la saga Iron Man, nos trae Cowboys & Aliens, una mezcla entre puro western y la ciencia-ficción más simple. Sus protagonistas son Daniel Craig, Harrison Ford y Olivia Wilde.


No dudo de la buena intención de realizar un western de ciencia-ficción, pero es algo con lo que se juega con fuego, y más cuando el clásico elemento de los indios nativos lo sustituimos  por alienígenas. Y es que al final, la cinta apuesta por una narración de lo más convencional. El problema surge a través de su convencionalidad y del poco afán de enganchar al espectador. Los primeros 15 minutos de película me parecen de lo más decentes, incluso el primer ataque de las naves extraterrestres; es justo después de ese momento cuando todo pierde interés, la historia se desinfla, los personajes pasan a mejor vida y lo único que queda son los excelentes efectos visuales. Una lástima.
  
Aun con estos inconvenientes, la cosa no termina aquí. Favreau sigue con su tremendo error de mancharlo todo con explosiones y ruido, mucho ruido. Es como si el tipo no supiera arreglar los vacíos narrativos que él y sus guionistas crean y los sustituye con efectos especiales. "Bien pensado Jon, pero tú no eres Michael Bay", algo así es lo que le debería de haber dicho Steven Spielberg, como productor ejecutivo del film, a Favreau. 


Dejando a un lado la labor del director de Iron Man 2, el apartado técnico y artístico de la película es respetable. Cuenta con el fantástico director de fotografía Mathew Libatique (Cisne Negro), un buen trabajo de diseño de producción, una partitura de Harry Gregson-Williams que no ofende, y un sublime trabajo de efectos visuales por parte de los artistas de ILM.

Temas técnicos aparte, regreso con las cantadas que suspenden el conjunto del film.  Es cierto que no es una película de interpretaciones, pero ¡qué interpretaciones! Craig está soso, desubicado, sin saber qué hacer, o qué cara mostrar. Olivia Wilde da vergüenza ajena. Un personaje completamente prescindible, que no aporta absolutamente nada, que tan solo sirve para calentar a Craig y crear una tensión sexual inútil, por mucho que nos quieran vender que en ella está la clave de la historia. A un lado dejo la siempre agradecida aportación de Harrison Ford. Su carisma no tiene fin. 


¿Os imagináis que Cowboys & Aliens hubiese sido un James Bond conoce a Indiana Jones metidos en un Centauros del desierto más La guerra de los mundos? Probablemente estaríamos hablando de un resultado muy diferente. Lo que queda es un film soso, aburrido, exhausto de originalidad y con las carencias de un Jon Favreau al descubierto. ¿Qué diría el gran John Wayne si levantara cabeza? Ahora mismo debe de estar revolviéndose en su tumba, seguro. 

NOTA: 4

jueves, 14 de julio de 2011

HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE II


El digno final que define a una generación.

Emocionado. Esta podría ser la palabra que definiría mi estado al terminar la proyección de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II. Y es que se acabó. La saga que dio inicio hace 10 años, que termina con 8 películas y más de 6.000 millones de dólares recaudados en todo el mundo, ha llegado a su fin. Y la verdad es que después de tanto tiempo conviviendo con estos personajes y sus aventuras, despedirse de todo ello puede suponer un ejercicio de nostalgia. Pero dejando sentimentalismos aparte, lo que realmente importa es si este capítulo final está a la altura de ser un gran desenlace, para así dejar la historia del niño mago perdurando en los confines del séptimo arte. ¿Lo logrará? La respuesta, a continuación.


La idea de llevar a la pantalla en dos partes la última novela de J.K. Rowling fue una decisión criticada (con razón) por muchos seguidores de la franquicia. Era, seguramente, una opción innecesaria, con el único objetivo de alargar la gallina de los huevos de oro, ya que, cinematográficamente hablando, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte I, supondría un bajón, tanto narrativo como de calidad, para la saga. No es que fuera un film fallido, pero sí, generalmente intrascendente y con lagunas estructurales importantes. La primera parte del esperado final terminó y dejó a los fans en un mar de dudas. Pero yo les digo, que una vez vista Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II, dividir el séptimo libro en dos partes, es un mal menor para un merecedor desenlace. 

La película arranca de forma directa, plasmando la acción de una manera satisfactoria, vibrante, pisando el pedal del acelerador eficazmente, el espectador se siente introducido de lleno en las dos horas de metraje sin ningún respiro. David Yates (director de los cuatro últimos films) impregna la pantalla de un ritmo trepidante, con unas set pieces  memorables y una puesta en escena elegante. Con un excelente trabajo de guión, la historia gana una riqueza extraordinaria en la profundidad de la carga dramática y de los personajes. 


Como es habitual, cuenta con un lujoso diseño de producción, fiel a las anteriores entregas, elaborada utilización de los efectos especiales y un trabajo visual con algunos instantes que quedarán grabados en la retina del espectador. En términos técnicos, la película es sublime, y como no podía ser de otra manera, la partitura compuesta por el genial Alexandre Desplat es formidable y una de las más logradas de la saga. 

El elenco actoral, una vez más, a la altura. El trío protagonista, mejor que nunca, Alan Rickman y su magnífico Severus Snape… Todos, todos y cada uno de los actores se merece el aplauso unánime por el trabajo constante que han mostrado durante años a esta mega producción. Se han ganado al público, les han convencido y ése ha sido uno de los puntos importantes en la clave del éxito de esta historia. 


Sin explicar más de lo necesario, destacar la batalla final de magos, el emocionante momento en la cámara secreta, o el apasionante último duelo entre Potter y Voldemort. Asombroso. Puntualizar los minutos finales, quizás algo pasados de rosca, algo que ya se presenciaba en la novela. 

Una de las cosas que han quedado claras durante esta década de Harry Potter es su innegable legado. El legado a toda una generación que descubrieron el primer largometraje siendo niños (igual que servidor) y terminan siendo casi adultos. Toda una odisea que les ha llevado a un triunfal cierre de una serie de películas plagadas de magia, evasión, imaginación y puro entretenimiento. Porque el hecho de conseguir que niños de todo el mundo pasaran la noche en vela, para la mañana siguiente, correr hacia la librería más cercana en busca de un ejemplar del libro, es un logro total y absoluto de su escritora, J.K. Rowling, y de los responsables de las adaptaciones a la gran pantalla. 


Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte II es la fantástica clausura a una maravillosa aventura sobre el bien y el mal, la amistad, el amor y la fuerza de nuestro interior para lograr nuestros sueños. Todavía resuena en mi cabeza esas notas de la magistral partitura del tema compuesto por el genio de John Williams. En mi despedida, dedicaré unas últimas palabras al protagonista de este acontecimiento: Señor Potter, gracias por permitir acompañarle en este inolvidable viaje. Ha sido un placer.

NOTA: 8

miércoles, 29 de junio de 2011

CABALLEROS, PRINCESAS Y OTRAS BESTIAS


En la misma Edad Media la habrían metido en la hoguera.

Pues sí. La verdad es que si en la propia Edad Media hubiese aparecido un zurullo de estas características, a sus autores, los habrían llevado a la hoguera por herejes o algo parecido. Entiendo las películas que intentan buscar el humor de culo, pedo, pis, pero no logro entender el esperpento que se ha sacado de la manga David Gordon Green, director de Superfumados, del guión de Danny McBride, actor, qué ya de por sí, cuesta encontrarle la gracia, imaginároslo escribiendo un libreto. Ni una maldita carcajada en Caballeros, princesas y otras bestias, ni una sola. Y para colmo, sus protagonistas: el mismo McBride, James Franco, Natalie Portman y Zooey Deschanel. ¿En qué nacires estaban pensando?


Los chistes fallan, las reivindicaciones sexuales y porretas son ridículas, todo está tan mal elaborado que lo único en lo que uno piensa mientras van transcurriendo los minutos es en el tiempo que falta para que termine la agonía de semejante mojón. Un estilo de humor zafio y absolutamente podrido. 

La realización de Gordon Green es penosa. El diseño de producción, cutre y soso. La música de Steve Jablonsky (Transformers) tiene su gracieta, pero el resto es un despropósito de proporciones desorbitadas. Y entrando a valorar el reparto, poco más que comentar, aparte de la pregunta hecha en el primer párrafo, ¿en qué pensaban? ¿en la pasta? Venga ya. De un elemento cómo McBride me lo esperaba, ¿pero de un tipo al que su carrera va viento en popa cómo James Franco? Lo de Natalie Portman empieza a ser preocupante. No puede ser que la reciente ganadora del Oscar a la mejor actriz, no pare de hacer la mierda que está haciendo por un tubo. Lo dicho, algo inaudito.


Siento no poder hacer una crítica más extensa, pero me pasaría todo el rato comentando cada insalvable aspecto de esta estúpida bazofia. Caballeros, princesas y otras bestias logra ser la vergüenza del cine de parodias. No sé si realmente algunas otras son buenas o es que ésta es peor que un dolor de testículos. Da igual. Mi humilde consejo es que paséis de ella cómo del estiércol. Ni el falso trasero de Portman, ni la tranca de minotauro que regalan a la protagonista de Cisne Negro, merecerá vuestro preciadísimo tiempo. Asquerosamente infumable.

NOTA: 2

domingo, 12 de junio de 2011

MISFITS


Oda a la adolescencia inadaptada.

Empezaré comentando que no soy asiduo a series de televisión. Me cuesta comenzarlas y seguirlas con regularidad, no obstante, estoy al tanto del gran momento en el que se encuentran las series americanas e inglesas en la actualidad, a diferencia del cine, que cada año que pasa es un enorme salto al vacío, ya que, cada vez son menos los cineastas que aportan frescura y buenas ideas, pero ya se sabe, mientras los ricachones y peces gordos de las majors de Hollywood  continúen contando fajos de billetes, no hay problema. Así que después de esta breve observación sobre la vigente industria del entretenimiento audiovisual, paso a explicar el motivo por el cual estoy escribiendo esta crítica, la serie británica Misftis. Tras un largo periodo de insistencia de algunos, al final, decidí darle la oportunidad a esta obra televisiva, que en poco más de año y medio ha conseguido ser un éxito tremendo, y la verdad, una vez vista, no tengo más que agradecerles la recomendación. Si alguno de vosotros, sois de los que aún no ha podido verla, creedme, no lo lamentaréis.

 
El argumento inicial de Misfits es sencillo, narra cómo un grupo de jóvenes delincuentes e inadaptados sociales obtienen extraños poderes tras sufrir una tormenta. Lo sé. Con esta pequeña sinopsis suena a más de lo mismo, pero si queréis ser sorprendidos desde el primer instante, mejor dejarla así. Gracias a una brillante ráfaga de originalidad de su creador, Howard Overman, nos encontramos con un ácido y arrollador guión plagado de diálogos y momentos memorables, y, con unos personajes protagonistas soberbiamente dibujados, de manera en la que cada uno de ellos es un arquetipo de la sociedad llevado al límite: la guapa, la fea, el inseguro, el aislado, el engreído… Cierran el círculo de un libreto magnifico. 


La apuesta de Overman es valiente a raudales, ya que la serie no se esconde nunca de un alto contenido de violencia, un vocabulario soez y de mostrar escenas de sexo. Todo ello, conjugado con un espectáculo endiabladamente entretenido, un ritmo sublime, y, un gamberro y divertido diseño. Una sucesión de elementos, de los cuales muchas películas jamás podrán alcanzar.  

Pese a contar con un presupuesto de lo más ajustado, la factura técnica es impecable. Haciendo uso de una fotografía con una paleta de colores fríos y apagados que aísla a los protagonistas de la multitud y les coloca en la circunstancia del desplazamiento con el resto. Un gran montaje que en ningún momento se hace repetitivo o confuso. Mención especial a la banda sonora, que es empleada con mucho acierto, y una elección musical excelente, con temas de The Chemical Brothers, The Cure, Eels, Joy Division, Prodigy, The Rapture, entre otros. 


Si en Misftis existe un verdadero rayo de luz milagroso que culmina todo lo nombrado anteriormente, es su reparto. Son el alma y corazón de la serie. Los cinco protagonistas: Kelly (Lauren Socha), que pasa de una agresividad excesiva a un espíritu de preocupación por el resto en un instante; Curtis (Nathan Stewart-Jarrett); Alisha (Antonia Thomas); Simon (Iwan Rheon), una interpretación magistral de tímido marginado; y Nathan (Robert Sheehan), extraordinario personaje del que se hablará durante mucho tiempo. Inolvidable.


Misfits es una reinvención a la juventud, como si se tratara de una revisión híper-violenta y moderna del clásico de Peter Pan. Bajo la premisa de superhéroes como telón de fondo, nos encontramos con una metáfora sobre la dificultad de crecer junto con el resto, del miedo a las inseguridades, la pérdida de los sueños, de la inocencia y la libertad. Una comedia negra que arremete contra los pilares morales de un sistema que separa el bien y el mal. Una magistral oda a la adolescencia. Que lleguemos a vernos reflejados en su hipnótica y fascinante gamberrada, quizás así, surja el chispazo de un nuevo cambio. Prodigiosa. 

NOTA: 9

domingo, 15 de mayo de 2011

SIN IDENTIDAD


Un título idóneo para su guión.

Jaume Collet-Serra, director barcelonés que emigró a Estados Unidos para estudiar cine, debutando en la realización con la horrenda La casa de cera, nos trae, bajo la producción de Joel Silver, Sin identidad, thriller de corte internacional protagonizado por Liam Neeson, Diane Kruger y Frank Langella. Un batiburrillo de tramas tópicas, plagadas de golpes de guión forzados y sin originalidad. 

El estilo empleado en Sin identidad bebe mucho del cine de suspense, en el cual, el protagonista se ve introducido en un meollo de memoria y recuerdos, haciendo así participe al espectador de sus devenires. Algo nunca visto hasta ahora, ¿verdad?. No me malinterpreten, al comienzo, la película empieza siendo entretenida, pero no todo vale. Los guionistas creen tener la sartén por el mango y pasar por alto la inteligencia y personalidad del público para pasarse por las narices todo atisbo de lógica y sentido común. Forzando situaciones, empleando giros argumentales con la intención de ser efectivos y acaban siendo ridículos. 


La puesta en escena de Collet-Serra es efectista, sí. Pero ante la convulsión de efectos tramposos del relato, ésta , pierde intensidad y gracia. El director de La huérfana sabe cómo mantener la atención bajo unos mínimos, pero los deslices resueltos a capricho dejan en un segundo o tercer plano su labor. 

Por suerte, tenemos la oportunidad de ver nuevamente a Liam Neeson en la pantalla. Con su insuperable carisma, el actor efectúa el trabajo con su habitual sencillez y sutilidad. Alabar también la contribución de Diane Kruger y Bruno Ganz,  y criticar las de January Jones y Frank Langella. Éste último, para sorpresa de todos, desubicado como nunca, con un papel completamente olvidable.


Los hay qué venderán Sin identidad como un thriller espontáneo, con el único objetivo de entretener y pasar por alto sus inverosimilitudes, y de hecho, no les falta razón. Pero en mi conclusión, me gustaría indagar un poco más allá de direcciones correctas, ritmos puramente vibrantes (recalco que la última media hora es un bochorno) y situaciones estúpidas, para contemplar el estado crítico en el que se encuentra el cine comercial actual, qué cada vez, con una velocidad imparable, cava su pozo más profundo de desaciertos. ¿Qué hay que amoldarse a los tiempos que corren? Perfecto. Un petardo con el placer de ver a Liam Neeson ejerciendo de héroe de acción. 

NOTA: 4

jueves, 14 de abril de 2011

SCREAM 4


Aceptando su condición de parodia.

Le tengo un cariño especial a la saga Scream. Será porque siendo niño fue una de las cintas de terror adolescente más conocidas que había visto, dando a conocer lo que hoy en día se conoce como Slasher, un subgénero del cine de terror cuya principal característica es la presencia de un asesino en serie que suele acuchillar a sus víctimas, generalmente adolescentes con una capacidad intelectual por debajo de la media, con instrumentos cortantes. Scream fue un éxito que inundó las pantallas de medio mundo, a pesar de sus conscientes limitaciones, era un surtido  de guiños a los fans del género, a la que le siguió una segunda y tercera parte (Scream 2 y Scream 3). Ahora, 11 años después de la última entrega, Wes Craven y Kevin Williamson (director y guionista), vuelven a unir fuerzas para relanzar la franquicia a una nueva generación con Scream 4. David Arquette, Neve Campbell y Courteney Cox vuelven a encabezar el reparto, a los que se les unen Emma Roberts y Rory Culkin, entre otros.


Una de las primeras cosas que quiero comentar sobre Scream 4 es, su extraordinaria capacidad para vacilar al público y pasarse por las narices todo el cine de terror de los últimos años. Lo hace sin tomarse en serio nunca. Utilizando la base del humor como volante de la diversión. Y es algo que sus responsables dejan bien claro nada más empezar el film, qué por cierto, son unos primeros 10 minutos que consiguen ser de lo mejorcito de la saga. Craven y Williamson saben que la moto ya se ha revendido un trillón de ocasiones y no pueden volver al punto de partida sin admitir la verdadera función de su preciada franquicia: reírse de sí misma. Por cierto, en algún momento, se encuentra más cerca de la saga Scary Movie que de la de Scream.

Al largometraje tan solo le queda el elemento nombrado para pasar el corte y aguantar el tirón, porque, siendo sinceros, casi nada la salva de ser un bodrio, un entretenidísimo bodrio. El guión brilla por su ausencia, la caracterización de los personajes sigue siendo igual de estúpida que la de las anteriores (principalmente las victimas de Ghostface) y en competencias técnicas continua igual de limitada que sus predecesoras.


Wes Craven nunca se ha caracterizado por emplear una puesta en escena llamativa. El director de Pesadilla en Elm Street sigue con la racanería habitual a la hora de rodar escenas de acción, pasando la batuta al montador, Peter McNutty, que disimula las lagunas de Craven con golpes de sonido y un clásico cambio de planos. El que tampoco se ha olvidado de colaborar es Marco Beltrami, compositor de las tres primeras, aprovecha los temas compuestos para versionarlos y aportar aire fresco a la acción.

En el reparto, por un lado, tenemos a los tres protagonistas de las anteriores: David Arquette, Neve Campbell y Courteney Cox. Arquette está correcto; Cox vuelve a comerse cada plano en el que aparece; y Campbell, con su ya reconocida inexpresividad. Y por otro lado, a los jovenzuelos: Emma Roberts cumpliendo, igual que la belleza de Hayden Panettiere; y Rory Culkin (visto en Señales), desprendiendo carisma por todos lados.


Lo que es un hecho, es que los fans de la saga disfrutarán de lo lindo por la reinvención de Craven. Es probable que al cine de terror le faltara un renacimiento de este tipo, incluido, con un poco de autocrítica, ya que nos encontramos en una época fastidiada de ideas, donde los remakes vagan por doquier. ¿Qué es una basura? Ni lo dudéis, pero estaría bien encontrarse con basuras tan descojononantes como Scream 4. Sin duda alguna, la mejor Scary Movie jamás hecha. Tampoco era muy difícil.

NOTA: 5

miércoles, 13 de abril de 2011

CAPERUCITA ROJA


El valium puede ser una solución.

“¿A quién tienes miedo?” cita la campaña de marketing de esta pseudo versión del famoso cuento de los hermanos Grimm, Caperucita Roja. Mi miedo es la aparición de este tipo de género adolescente, rodeado de amores imposibles, jóvenes de físico perfecto y doncellas de aspecto angelical en plena época medieval, acompañado de una historia estúpida y absurda. Esto es lo que ha ido agitando Catherine Hardwicke, directora de Crepúsculo, relatos tontos de personajes vacíos, con una puesta en escena lamentable. De este modo, Caperucita Roja es su nueva peripecia, en la que le acompañan: Amanda Seyfried, Gary Oldman, Virginia Madsen y Julie Christie.


La pregunta que más de alguno podría hacerse es, ¿si adaptar una idea como la del clásico cuento de hadas conocido por medio mundo hubiera resultado interesante? Yo no tengo dudas de que interesante hubiera sido. La condena surge cuando confías tal material en manos de alguien como Hardwicke. La directora de Natividad se rige a seguir las pautas prevalecidas en la saga Crepúsculo: el fantástico teen, terror juvenil, romances acaramelados y canciones, muchas canciones. Una vez dotas a un proyecto de dichos elementos, no hay marcha atrás.

La historia es un castigo para el espectador. No digo que ya cueste creerse lo que acontece en la pantalla, si no que se hace eterno soportarlo hasta el final. Es tal la cantidad de sandeces y chorradas que sueltan los personajes por la boca que se hace imposible no soltar una carcajada maliciosa en medio de la sala. Sumando la espantosa trama, objeto de futuras mofas. En referencia al eslogan nombrado con anterioridad, yo habría apostado por un “¿Estás preparado para sufrir?”. Hubiese sido un cachondeo máximo por parte de los productores y una forma de reconocer la naturaleza de la producción.


Mientras uno contempla el film, se va dando cuenta de la poca garra de sus imágenes, de lo plano y artificial que resulta todo, y parte de la culpa reside en la labor de Catherine Hardwicke. Un trabajo verdaderamente deficiente, por no decir algo mucho peor. Planos sin alma, un encuadre soso y un montaje horrible. Añadido a una fotografía inexistente y nada trabajada, a un diseño de producción pobre. 

En el apartado de actuaciones no hay muchos cambios. Amanda Seyfred con la cara de niña buena y tonta de no haber roto un plato en su vida; la estridente y exagerada aportación de Gary Oldman; una Virgina Madsen que pasaba por ahí; como el resto del reparto masculino, limitado a poner cara de circunstancia durante todo el largometraje. La única que se salva de la quema es Julie Christie, que se toma con picardía y humor un trabajo olvidable.


Caperucita Roja se coloca en la cima del género predicho. Un auténtico festival de diálogos ridículos, situaciones y personajes risibles, que, estoy seguro, complacerá a toda aquella audiencia a la que va dirigida. Un público mayoritariamente adolescente que vaga sobre sueños crepusculianos con historias de romances inmortales en el tiempo, acontecidos entre bellas y bellos. No obstante, algún día, sus cerebros de acné verán la luz y se darán cuenta de los castañazos fílmicos a los que fueron sometidos. O no, quién sabe…

NOTA: 2

miércoles, 6 de abril de 2011

LA LEGIÓN DEL ÁGUILA


El aburrido, empalagoso y modesto romano.

Querer comparar un largometraje como La legión del águila con Gladiator, no es algo del todo justo, pero es inevitable. Nombro Gladiator cuando podría decir Espartaco, o cualquier otro film épico que se le asemeje, pero como he dicho, no es algo justo. La legión del águila es una producción mucho más modesta que las habituales del género, pero el hecho de que sea modesta no debería privarla de ser un sencillo y reconfortante entretenimiento sin pretensiones. Es ahí donde la película se traiciona así misma y rompe con su respectiva liga, la del puro espectáculo. Dirige Kevin Macdonald, cineasta de las interesantes El último rey de Escocia y La sombra del poder, y está protagonizada por Channing Tatum y Jamie Bell.



El objetivo principal de La legión del águila es entretener. Y cuando indico que rompe con su particular liga, me refiero a que no logra el objetivo básico por el que ha sido perpetrada: la diversión sin pretensiones. El ritmo decae estrepitosamente en todo el segundo acto y parte del tercero, la acción es inverosímil, y la historia vagabundea por diferentes estilos e influencias (allá por la mitad de la cinta, ésta se convierte en una especie de Centurión metida en Apocalypto), más el añadido de una duración a la que le sobran perfectamente unos veinte minutos. 

El libreto escrito por Jeremy Brock (que ya colaboró con MacDonald en El último rey de Escocia) es limitado y previsible. Es un relato narrado de la forma más convencional posible, en el cual, no hay atrevimiento ni carácter. Empieza por un mensaje de honor y resistencia, para luego introducir un lazo fraternal de la amistad más profunda y leal entre un comandante y un esclavo. Un surtido de argumentos sin orientación alguna.


A la intrascendencia del guión, aparece la dirección de Kevin Macdonald, haciendo uso de una puesta en escena correcta, sin formar escándalo. El director intenta brindar al espectador de imágenes excitantes, hasta que se topa con el afán de montar las escenas de acción de una forma caótica, donde apenas se distingue quien se lleva el puñetazo o la patada, sea héroe o villano.

Y de héroes o villanos, me voy a definir la aportación de la pareja protagonista: Channing Tatum y Jamie Bell. Tatum simplemente se limita a expresar su diálogos, sin gancho, sin creerse el personaje y la interpretación. Está ahí y punto. En cambio, Bell sigue aportando muestras de personalidad e inteligencia, y seguridad en sí mismo. Referencia especial merece la partitura compuesta por Atli Örvarsson. De lo mejor del film.


Con todo lo señalado, La legión del águila se convierte en una película olvidable incluso antes de finalizar. Cuesta apreciar brillantez en algo tan rutinario y tedioso. Me pregunto qué pensaría el propio cine épico ante trabajos como el ofrecido por Macdonald. Posiblemente le arrancaría una sonrisa burlona acompañada de una carcajada sarcástica, con la convicción de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

NOTA: 4

miércoles, 30 de marzo de 2011

MÁS ALLÁ DE LA VIDA


Incluso un Eastwood menor, es algo más.

Hablar de Clint Eastwood no es algo simple. El octogenario director sigue con su ritmo imparable de estrenar película por año. Después de la fallida Invictus, Clint, pega un cambio de género para adentrarse en un dramón sobrenatural de historias cruzadas llamado, Más allá de la vida. Un cruce entre El Sexto Sentido y 21 Gramos bajo el prisma del director de Million Dollar Baby, un guión de Peter Morgan (The Queen) y un reparto encabezado por Matt Damon, Cécile De France y Bryce Dallas Howard. 

Lo cierto es que hablar de una película como Más allá de la vida no resulta del todo fácil. A medio camino entre una obra seria y trágica, nos encontramos con un pasaje de altibajos, no muy duros, pero si lo suficientes como para hacer que no acabe de ser un film redondo. El libreto de Peter Morgan narra tres historias que tarde o temprano se verán cruzadas por la causa o el destino. Algo más visto que el pan. Pero el problema no viene de una base narrativa ya vista con anterioridad, si no de trazar una fractura en medio de un triangulo unido. 


Por un lado tenemos la historia de George Lonegan (Matt Damon), un parapsicólogo que intentar huir por todos los medios posibles de un don que le impide mantener una relación normal con el mundo y consigo mismo. La segunda historia es la de los hermanos Marcus y Jacob (George y Frankie McLaren) que les pondrá a prueba tras un terrible accidente. Y por último, la historia de Marie Lelay (Cécile de France), una periodista francesa que tras sobrevivir milagrosamente a un tsunami descubrirá un cambio en una vida, aparentemente, bien decorada. 

Es en la historia de Marie donde se encuentra el error (con respecto a las otras dos brillantes historias) del largometraje. Mientras las historias de George y Marcus mantienen siempre el interés y la atención del espectador, la de Marie se descuelga en muchos instantes, causando que el film no mantenga el hilo por el cual se intenta mantener durante las dos horas de duración. Es ahí donde el guión de Morgan hubiera merecido una pequeña revisión, suprimiéndole pompa y sumándole la sencillez efectiva del relato. 


Cuando hablo de sencillez, hablo del clima reposado y pausado que posee la narración. Nos encontramos ante una película que induce a la calma, que nos relajemos y nos introduzcamos en la piel de unos personajes con infinitas preguntas y perdidos en un laberinto de emociones, intentando encontrar su sitio en un mundo injusto y confuso, huyendo de sus miedos y en la búsqueda de un pequeño resquicio de esperanza.

Con una puesta en escena clásica, directa y lúcida de Eastwood, se suma la, ya habitual, opaca fotografía de Tom Stern, con una gama de colores fríos y claro/oscuros habituales en el cine del director de Mystic River. Suspender la repetitiva música de Clint Eastwood, que sigue con el empeño de ser él mismo quien componga las partituras de sus películas. 


Destacar el excelente trabajo de su reparto: Con un esplendido Matt Damon, el descubrimiento de George y Frankie McLaren, una exquisita Cécile de France (pese a las dificultades de su historia) y una excelente Bryce Dallas Howard con un personaje tan arrebatador como igual de fallido (por el resultado de éste). Sin olvidarme de algunas escenas: Como el espectacular arranque de la cinta (¡qué aprenda Roland Emmerich de cómo rodar cine catastrofista!); el momento en el que Marcus pierde su gorra en el metro; o el soberbio y triste encuentro en el hotel de Londres, donde ha servidor se le hizo imposible no soltar una lágrima.


Estos elementos son los que determinan que Más allá de la vida sea un film extraño y difícil de catalogar. Una historia tan irregular como de misteriosa belleza, tan diferente como insólita. Un tipo de cine al que no le hace falta mucho para existir. Rebosante de sencillez y de una sinceridad que, incluso siendo un film menor, le hace digno de ser mucho más. Es algo de lo que pocos pueden presumir. Solo genios como Clint Eastwood son acreedores de dichas palabras.  

NOTA: 7

lunes, 14 de marzo de 2011

THE GREEN HORNET


Avispón por encargo.

Ciertos directores necesitan recurrir de proyectos prefabricados para sacar adelante una carrera que se encuentra en una situación económicamente estancada. Es el caso del francés Michel Gondry, reputado director de famosos videos musicales y películas tan interesantes como La ciencia del sueño, o la excelente ¡Olvídate de mí!. A Gondry le llega el momento del encargo, con un supuesto relato de comedia y acción descontrolada, bajo el libreto de Seth Rogen (Supersalidos, Lío Embarazoso) y con las interpretaciones de él mismo, Cameron Díaz y un desaprovechado Christoph Waltz (Malditos Bastardos). 

Ni la gran gracia visual que había demostrado Gondry hasta la fecha puede con una historia tan previsible y escasa de sorpresas. Nos encontramos más cerca del puro estilo Rogen, acercándose a base de gags rocambolescos y gritones, que a lo que Gondry nos tenía acostumbrados (muy lejos queda la citada ¡Olvídate de mí!). El director francés dirige con potencia pero no con encanto. Se conforma con llegar al mínimo para pasar el trago.


En el apartado interpretativo: Seth Rogen no encaja con el conjunto pero muestra una baza de su acostumbrada y desenfrenada diversión haciendo acto de presencia en los tramos más logrados del film. Pasando por una cansina Cameron Díaz, un Jay Chou interpretando al compañero de turno, a un desperdiciado Christoph Waltz con el rol de villano, un tipo de personaje hecho para él como anillo al dedo, pero carente de carisma. Mención aparte al cameo de James Franco, cachondo. 

La película se mueve por aguas bulliciosas. Cuando Gondry dice hacer de ella un espectáculo sin freno, éste decide apostar por el humor Superfumados de Rogen, en cambio  cuando la cinta se convierte en una acumulación de gags absurdos y de humor fácil, Gondry decide aparecer de nuevo y sobrecargarnos con su abrupta puesta en escena.


The Green Hornet ofrece lo justo para existir. Entretenimiento facilón, limitado, y, aparentemente, para cualquier tipo de público. Michel Gondry aprueba el cometido por lo justo. En silencio, sin hacer ningún tipo de ruido. Bastantes elogios hizo anteriormente otro tipo de película, más barata, más recordada y exquisita que la historia del avispón verde; ¿verdad Michel?

NOTA: 5